Más allá del lujo, un reflejo del ser.

“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna”.

– Groucho Marx.-

Con esta pequeña cita del gran comediante Groucho Marx quisiera puntualizar con ironía lo qué significa el lujo en tiempo modernos. Constantemente nos vemos rodeados de una gama de objetos cada vez más necesarios para nuestra felicidad, que nos prometen hacer la vida más sencilla, que detrás de un nombre hay no sólo calidad sino también la promesa de una mejor vida ¿Se ha vuelto la meta final del hombre una cuestión de marcas exclusivas, de relojes ostentosos o de coches de alta gama? Quisiera convencerte que no. Que para el hombre moderno, el lujo trasciende lo material y se convierte en un reflejo de su esencia, desu forma de vivir y de su manera de relacionarse con el mundo.

La Perspectiva vs. la Realidad: Desmitificando el Lujo

Sí, ciertamente la imagen es importante. En eso radica la belleza, en buscar las sutilezas en las formas, aristas que nos llaman desde la distancia, colores que nos contraen a memorias lejanas y perdidas. Sin embargo, hoy parece que el lujo se ha vuelto no sólo una aspiración sino un objetivo vital. Las redes sociales nos bombardean con vidas perfectas, artificios de personas en Instagram que nos dicen que podemos ser felices si tenemos tales marcas. Vivimos rodeados de objetos de deseo y con una idea distorsionada del lujo. Pero la realidad es que el verdadero lujo no se compra, se cultiva.

El Lujo de lo Simple:

“Sin haber conocido la miseria es imposible valorar el lujo.”

– Sir Charles Chaplin.-

Para Studio Human, el lujo comienza con una sonrisa sincera, con una conversación profunda, con la capacidad de apreciar la belleza en las pequeñas cosas. Es caminar por una calle adoquinada y admirar la arquitectura, es detenerse a observar un atardecer, es tener buenos modales incluso con aquellos que menos lo merecen. Sobre todo, esto último, el mayor lujo es la educación, todo lo que nace detrás de un por favor y un gracias, sincero.

La realidad es que bien haríamos en saber que todos vivimos en una escalera infinita dónde estamos bajando, subiendo o bien estancados en un peldaño. Empero, en esta escalera, siempre, siempre, siempre, habrá personas debajo de nosotros y arriba de nosotros. Y eso está bien, es suficiente. Porque de eso se trata el lujo, de tratar a las personas que buscan subir como nosotros como hermanos, y tratar con respeto a los que están arriba. Encontrar la sabiduría en el pasado y de cómo las personas que están ahí viven su lujo. Porque una advertencia velada en el lujo es que el lujo ciertamente es una gran comodidad, pero no es una definición de nuestra persona. Y esto es esencial, saber que el lujo no nos necesita, y nosotros siempre debemos cuidarnos de no necesitar el lujo.

Más Allá de las Redes Sociales: Conectando con el Mundo Real.

Es casi satírico encontrar que en la era digital, nos hemos acostumbrado a interactuar con personajes (no personas, personajes) que fingen el lujo, que rentan mansiones para decir que ostentan un estilo de vida, que se toman fotos con cabello hecho de oro como si eso fuera más significativo de esa persona. O en coches de lujo que simplemente nos hace recordar al gran Denis Diderot que nos decía que “El lujo arruina al rico y aumenta la miseria de los pobres”. Esa es la verdadera trampa del lujo. Que, si no tenemos un profundo sentido de pertenencia, una vida propia y personal con personas que nos aman por ser quienes somos podemos caer en la trampa del lujo; esa que nos hace mirar con una envidia recelosa en Instagram destinos inalcanzables, restaurantes de lujo y objetos que creemos nos harán destacar. Y ese, es esencialmente el gran peligro del falso lujo, buscar ser marcas y no personas.

“El lujo es un artificio de la vanidad para ocultar la miseria del alma”

– Tomas de Kempis.-

Porque el verdadero lujo reside en conectar con las personas en el mundo real, en establecer relaciones significativas, en construir una comunidad que nos apoye y nos inspire. Buscar ser ese hombre seguro de sí mismo que se mueve con elegancia, con confianza, con una postura erguida que transmite seguridad y respeto. Que respira con la cabeza fría y que sabe que es un navegante de tormentas. Todos los hombres somos navegantes. No necesita ostentar marcas para sentirse valioso, su presencia habla por sí sola. Como el buen vino, que sólo habla verdades.

La aspiración moderna del lujo se refleja en nuestras experiencias de vida, en los viajes que realizamos, en los libros que leemos, en las conversaciones que mantenemos. Es la capacidad de aprender, de crecer, de evolucionar constantemente. Y en contraste de caerse con gracia, de sufrir las perdidas, de salir vapuleado y golpeado de vez en cuando, porque sí, sí, en la apariencia, todo parece que en nuestra vida fue de maravilla, pero detrás de aquellas personas que admiramos también subyacen dolores que padecieron solos, a veces acompañados. Un gran lujo es ese, poder salir del dolor, del miedo, del pánico de vivir, de romper con lo que creemos que somos y buscar sin un mapa ni un guía, lo que queremos ser. Esa es la cara más humilde del lujo.

Marcas de Lujo: Aspiración, no Exclusividad.

Finalmente, las marcas de lujo pueden ser una aspiración, un reconocimiento a la calidad, a la creatividad y al diseño. Pero no deben ser un símbolo de exclusividad, ni nuestra principal carta de presentación. Debe ser una fuente de inspiración para alcanzar nuestras metas. Es entender que el dinero y las marcas no nos hacen mejores personas, simplemente amplifican lo que ya somos. Si buscamos el lujo para obtener estatus, nos convertimos en una caricatura de nosotros mismos. El verdadero lujo reside en nuestro interior, en nuestros valores, en nuestra integridad.

Inspirando a otros: El lujo como legado. El hombre moderno utiliza el lujo como una herramienta para inspirar a otros, para motivarlos a ser mejores versiones de sí mismos. No busca la admiración, sino la trascendencia. En definitiva, el lujo del hombre moderno es la capacidad de ser auténtico, de vivir con propósito, de dejar una huella positiva en el mundo. Es la libertad de elegir quién queremos ser, sin importar las expectativas ajenas. El amor es lujo real.